Colombia se ha caracterizado por tener grandes artistas, no solo en música o actores, también en la pintura y la escultura, y entre ellos resalta un nombre Fernando Botero, el reconocido pintor que a través de su arte figurativo llevó a suelos internacionales las figuras humanas más robustas y gruesas de lo habitual a forma de crítica política y la sátira.
Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, era el segundo hermano de tres, hijo de David Botero, un comerciante que se había trasladado a la ciudad y conformado una familia con Flora Angulo.
Sus primeros pasos fueron en la tauromaquia, en la plaza de La Macarena de Medellín por petición de un tío. Tras un percance que tuvo con los toros decidió retirarse de la profesión, y comenzar con su pasión por la pintura, vocación que su familia no sabía que poseía.
Inició su carrera como artista realizando ilustraciones para el periódico ‘El Colombiano’, del dinero que ganaba financiaba sus estudios en Colegio Bolivariano, escuela de la cual fue expulsado porque, según sus profesores, sus dibujos resultaban ser obscenos y pornográficos.
En 1950 se trasladó a Bogotá, donde realizó sus dos primeras exposiciones de forma individual, que lo llevaron a ganar premios y reunir dinero para viajar a Madrid a continuar sus estudios en la Real Academia de Arte de San Fernando. Para poder mantenerse vendía dibujos a las fueras del Museo del Prado, en España.
Al regresar a Colombia se casó con Gloria Zea, una gestora cultural muy importante para la carrera del pintor. Junto a ella se fue a vivir a México, un país que marcó el sentido de su obra y le dio las bases necesarias para consolidarse como un pintor de propuestas innovadoras usando la naturaleza y los colores vivos que expandían los volúmenes de sus formas.
En 1957 logra exponer por primera vez en Nueva York. Tres años después de su primer visita a Estados Unidos, decide regresar a vivir en Nueva York y comenzar con su carrera como pintor, pero a los pobladores de la ciudad no les gustaba su arte, no era abstracto, obstáculo que dificultó su carrera, pero no desistió.
Tan solo bastaron dos años en el país para que en 1963 realizara una muestra en el Milwaukee Art Center que recibió críticas ampliamente positivas. Luego de la gran aceptación que tuvieron sus obras, Botero comenzó con una gira de exposiciones en Europa, Estados Unidos y Colombia.
Sus obras tenían el reconocimiento de un gran pintor, y un arte que criticaba la sociedad por su estética y no la moralidad. Botero en sus giras y por la gran producción que llevaba, decide donar 16 de sus obras al Museo de Antioquia, lo cual le otorgaría una sala permanente en el sitio, para exponer sus pinturas. A su vez, su obra escultórica comenzaba también a tener más importancia, principalmente en Italia.
Botero, se ha consagrado con el logro que pocos artistas han podido tener, exponer sus obras en las plazas más famosas del mundo como Campos Elíseos en París, la Gran Avenida de Nueva York, la plaza de la Señoría en Florencia, frente al palacio de Bellas Artes en Ciudad de México y hasta en las Pirámides de Egipto.
Para conmemorar sus 80 años de vida, en 2012 la Presidencia de Colombia anunció un decreto en que cataloga 479 obras de Botero como «interés cultural del ámbito nacional», otorgando una protección, conservación y promoción especial a la obra por parte del estado colombiano.
El pintor no solo ha llegado a Europa y las Américas, en 2016 arribó a Pekín en el Museo Nacional de China y en Shanghái en el China Art Museum con sus obras.
El colombiano falleció a sus 91 años el día 15 de septiembre de 2023, después de batallar contra el Parkinson que le impedía moverse y hablar con facilidad. En sus últimos días de vida, Botero realizaba una nueva pintura de una pareja bailando; sin embargo, esta quedó sin terminar.