Horangel: un escritor que renace de la esclerosis

“Sé que suena como una frase de cajón, pero la discapacidad está en la mente. Si uno se propone algo lo consigue".

Naufragando en un mar de imposibilidades y en un mundo de pocas oportunidades, entendió que su vida dependía de trazar un sueño e ir caminando hacia él. Supo que no sería fácil, pero decidió dedicar todas sus fuerzas a la persona en la que se convertiría ahora.

Al hablar con él, repite una y otra vez, que es una persona normal, recuerda que en su niñez jugaba fútbol en la calle y montaba bicicleta, también recuerda que jamás sufrió de alguna enfermedad, hasta que una patología le cambió la vida.

Un actual amante de las letras, de las historias y de los cuentos, demostrará que esta historia vale la pena atesorarla y les servirá de motivación a los corazones rotos, a los cuerpos enfermos y a las mentes tristes, para saltar a una travesía más allá de los límites.

Así inicia su historia

Nació el 27 de diciembre de 1979 en César – Tamalameque, siendo un bebé fue traído por su familia a la ciudad de Cúcuta, donde vivió en el barrio Motilones, estudió en una escuela de Comuneros e hizo su bachillerato en el Colegio Andrés Bello.

Graduación de bachillerato – Colegio Andrés Bello.

Siempre se destacó por ser un hombre muy inteligente, con su curiosidad siempre despierta aprendió del mundo y sus ciencias. En medio de una sana y vigorosa juventud prestó el servicio militar obligatorio y continuó por año y medio como soldado profesional en la ciudad de Arauca.

Para él, aunque la medicina y los expertos afirmen otra cosa, esta vivencia militar fue la causante de su enfermedad. Se destacaba por sus conocimientos como enfermero de combate en medio del conflicto armado de Colombia en Tame. Allí pasó largos meses en el monte bajo la presión de los frecuentes enfrentamientos entre los grupos guerrilleros y el Ejército Nacional.

Se convenció que su vida debía ser entregada completamente al servicio, por lo que, solicitó el ingreso a la Escuela Militar de Suboficiales. Para su descontento, la aceptación llegó cuando se encontraba en las selvas colombianas y en su lugar, la oportunidad se dio solo para sus compañeros del batallón.

Servicio militar obligatorio.

¿Fue casualidad o la vida le daba una señal? Tal vez el final de esta historia nos revele la respuesta, lo que sí sabemos es que en ese momento, empezó a sentirse de una forma diferente. Físicamente su cuerpo experimentó calambres en los pies, pero no dejando su cotidianidad a un lado, continuó su vida laboral como si nada pasara.

Ingresó a trabajar en una reconocida empresa de Cúcuta como guarda de seguridad, donde estuvo por seis años, hasta que su cuerpo le indicó que algo no estaba bien. Los calambres en su pie derecho se convirtieron en una inflamación de talón, luego en la pérdida de la movilidad de su pierna, luego en una dificultad para hablar y luego poco a poco su cuerpo se paralizó.

En el 2006, con solo 25 años de edad, fue oficialmente diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Ya se había casado y una hermosa bebé había nacido fruto del pacto de amor. Sin embargo, tomó la decisión que considera la más difícil que recuerda. Se separó de su esposa, pues, no quería para ella una vida sometida a su enfermedad.

Bajo el sentimiento negativo psicológico y emocional inició esta nueva etapa con el cuidado de su madre. Permaneció los primeros siete años usando un bastón para luego hacer de su silla de ruedas, su nueva compañera.

Sin embargo, el enfoque de este relato es contar que en el 2020, a pesar de su condición física, florece en este hombre el talento por la escritura. ¿Cómo lo hace? Con mucha pasión, paciencia y determinación. ‘Ensayo de una autobiografía’ es el primer compilado que lo abandera, con el que actualmente participa en la 19º Fiesta del libro de Cúcuta, en la categoría de ‘Escritores Aficionados’.

En este libro que escribió usando sus dos manos para darle click a letra por letra en el teclado digital del computador, narra sus vivencias y como una persona con ELA, una enfermedad degenerativa que afecta directamente al sistema nervioso, ha sobrevivido pese a las adversidades. Pero este, no es solo su proyecto, ha escrito cuentos y audiolibros infantiles y va por su segundo libro.

Cada día al levantarse tiene una historia nueva por plasmar. Su gran meta es producir su libro y dedicarse a escribir, pues su imaginación nunca se detiene. Sueño que iba encaminado con la ayuda de Efrén Salgado, un docente universitario, pero también paciente con ELA conocido en Colombia por retractarse de la eutanasia para convertirse en un ejemplo de amor a la vida.

Efrén, postrado en un cama y comunicándose desde un lector óptico, lo motivó para que persiguiera su sueño. Allí es donde inicia los procesos legales para cumplir su proyecto.  Lastimosamente el proceso se vio detenido cuando Efrén falleció hace unos meses.

Hoy, solo está a un paso de lograrlo… tener la suma de $3.800.000 para imprimir sus letras y circularlo. Mientras encuentra su oportunidad, vive su vida con alegrías a mil, pues para su fortuna dentro de su patología contó con la suerte de adquirir la labilidad emocional (transtorno secundario de la ELA que produce alguna emoción sin control) de la risa y no el llanto.

Aunque se creyera que aparentemente tiene limitaciones, su mente solo dicta que debe disfrutar, aprender y aportar cada segundo, es por esto, que no desaprovecha las oportunidades para darle consejos a quienes lo rodean. Muchos lo llaman su ángel y tienen razón, aunque hoy por hoy, no puede valerse por si mismo, es un ser que no se detiene y que sus acciones van más allá de sus diagnósticos. Con conocimientos en medicina, historia y cientos de temas, este hombre está convencido que su auto aprendizaje solo terminará cuando su mente y no su cuerpo lo decida.

“Soy una persona completamente normal, que persigue sus sueños, sin importarle la adversidad. Me siento feliz, con mucha fortaleza,  fe, en paz y agradecido con la vida a pesar de las circunstancias».

Dicen que las personas que padecen esta patología solo duran cinco años, pero han sido 17 años de contradecir ese dictamen médico. Su nombre es Horangel Espinel Robles, tiene 46 años y sin duda hoy, representa un milagro de la vida.

Redacción: Mileidy Molina

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