Este es el caso de Aura Bastos, una valiente sobreviviente de cáncer, cuya vida dio un giro extraordinario cuando decidió crear la fundación «Pequeños Guerreros». Su historia es un testimonio de lucha, amor y dedicación hacia aquellos que enfrentan una de las pruebas más difíciles de la vida: el cáncer infantil.
Años atrás, cuando Aura Bastos estaba en medio de su propia batalla contra el cáncer, experimentó un momento de profunda conexión con lo divino. Arrodillada, le pidió a Dios una oportunidad para sobrevivir, prometiendo entregarse por completo a lo que él le asignara.
«Quería vivir y compartir mi vida con mi hija, verla crecer, ser su apoyo inquebrantable y no perderme absolutamente nada».
Fue en ese momento, mientras comenzaba su tratamiento de quimioterapia en una clínica de oncología, que una experiencia mágica cambió su vida para siempre. Un niño desconocido, aparentemente de la nada, apareció en la sala de quimioterapia en su primer día de tratamiento, este encuentro inesperado se convirtió en un vínculo especial que despertó la curiosidad de Aura por los niños que luchaban contra el cáncer. Desde entonces, la semilla de lo que se convertiría en «Pequeños Guerreros» había sido plantada.
La inspiración y el apoyo de su hija, Alejandra, fueron fundamentales en la creación de la organización.
“Desde que fui diagnosticada mi hija me ayudó, ella siempre ha sido mi bastón, cuando le comenté que quería ayudar a unos niños no me dijo nada, pero luego, fue al colegio, les comentó a los compañeros y todos la apoyaron, desde ahí empezamos a llevarle regalos a los pequeños”.
Juntas, empezaron a llevar detalles a los niños que se encontraban en la clínica de oncología recibiendo su tratamiento. Con el tiempo, su círculo de amigas se unió a la causa, y en 2016, decidieron formalizar la fundación «Pequeños Guerreros» como una entidad sin fines de lucro.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Tocar puertas y obtener el apoyo necesario fue un desafío constante, ya que muchas personas no entendían completamente la causa. Pero Aura y su equipo perseveraron, trabajando con el corazón y el amor por los niños en el centro de su misión. Con el tiempo, la fundación ganó credibilidad y atrajo a padrinos y colaboradores dispuestos a contribuir a su noble causa.
“El método que utilizamos para sostener la fundación, son los padrinos que nos ayudan económicamente para los gastos que tiene la fundación, como alimentos, pasajes, kits de aseo y demás. Siempre estamos en busca de padrinos y recibimos con los brazos abiertos lo que nos quieran dar”.
La lucha contra el cáncer infantil presenta desafíos constantes como las demoras en las autorizaciones y los tratamientos por parte de las EPS, además de asumir con inmensa tristeza la pérdida de alguno de los «pequeños guerreros», eso es una gran carga emocional, al igual que las dificultades económicas que enfrenta la fundación para cubrir los gastos médicos y funerarios de los niños.
En la actualidad, «Pequeños Guerreros» brinda ayuda a unos 80 niños en tratamiento oncológico, mejorando su calidad de vida y ofreciéndoles apoyo en cada paso de su lucha contra el cáncer.
“Siempre le digo a mis guerreros, con la fe al 100% rumbo a la victoria, rumbo a la sanación”.
La dedicación de Aura y su equipo es perseverante. Han creado una red de ayuda que se extiende a los niños, sus familias y a todos aquellos que enfrentan el cáncer infantil. La fundación se sostiene mediante donaciones, aportes de padrinos, reciclaje de tapitas, eventos de recaudación de fondos y otras iniciativas. A pesar de no tener convenios con entidades oficiales, han logrado marcar una diferencia significativa en la vida de los pequeños guerreros.
Aura resume su compromiso y dedicación en una frase: «Vivo para mis niños» y aunque la vida les presenta montañas rusas de emociones, los momentos difíciles solo fortalecen su objetivo de ayudar a los niños en su lucha con el cáncer.
Redacción: Lili Erazo