Casa Morada llega a Cúcuta hace cuatro años con el propósito de crear un lugar cultural y libre de discriminación para esos jóvenes que están en esa transición de la etapa de adolescencia.
“Pensamos en esa etapa de adolecer, que duele, en la que los ‘chiques’ están confundidos y necesitan buscar esa razón de ser”.
Una estrategia que va más allá de las costumbres tradicionales, brindando oportunidades a esa población de vulnerabilidad, llegando a las zonas fronterizas, implementando un ámbito cultural y social más ameno con espacios para los jóvenes en los que puedan desarrollarse según sus habilidades.
Con su propósito claro, el de acoger a los adolescentes y encaminarlos a un objetivo desde el amor, Casa Morada se ubicó en la calle 2 # 3-55 del barrio Motilones, en la Comuna 7 de la región, con esto, se le dio la oportunidad a muchos jóvenes de ingresar a un lugar donde exploraban su creatividad y recibían ayuda para descifrar el camino que deseaban tomar.
“Nosotros llegamos acá a esta zona con el objetivo de estar más cerca de los chicos, porque sabemos que muchos de ellos no tienen los recursos suficientes para asistir a casas culturales en el Centro y buscan otros caminos no aptos en las calles”.
Casa Morada tiene un común diferenciador y es el de preguntarle a cada persona que ingresa, el cómo le gusta ser llamado.
“Lo primero que hacemos cuando un ‘chique’ llega es preguntarle, ¿cómo te gusta que te llamen? No nos importa como están registrados, solamente como se reconocen, pues este es un lugar donde pueden ser ellos”.
Retos de Morada
Uno de los grandes retos que Casa Morada afrontó fue el de romper el estigma de la sociedad, debido a que las personas aledañas al lugar tenían un concepto diferente de lo que se realizaba en realidad.
“El cambiar el pensamiento de que todos los jóvenes que entraban a Morada eran ladrones, pertenecían a bandas o consumían drogas, fue un gran obstáculo superado”.
Creando diferentes actividades como juegos de mesa, manualidades y demás con los habitantes de la zona, ayudó a que se rompiera esa mentalidad y que se dieran espacios de interacción en las que compartían momentos agradables y lograban conocer la verdadera esencia de cada una de las personas que habitan allí.
“Es muy gratificante ver el espacio muy diverso, por ejemplo, a la vecina de avanzada edad dialogando con el ‘chique’ y ayudándose mutuamente en la actividad del momento, eso nos demuestra que hemos avanzado en cuanto al estigma”.
La variedad de actividades es una de las cosas que destaca a Casa Morada, en ella los jóvenes pueden encontrar, danza, arte, dibujo, pintura, canto, crochet, periodismo y demás. Con esto cada persona puede elegir sus preferencias, de manera que se especialice en sus talentos y habilidades, contribuyendo a su buen desarrollo.
“Para mi Morada significa un segundo hogar, un lugar donde me he sentido más libre en cuanto a las actividades que me gusta hacer, en especial el dibujo, ya que en mi casa no tengo la libertad para crear y dar a conocer mis talentos”.
Joven de Casa Morada
Casa Morada realiza diferentes estrategias, entre ellas ‘Zona Desbloqueada’, la cual consiste en dirigirse a diferentes barrios de la ciudad y con ayuda de los adolescentes, crear charlas para enseñar y explicar a los residentes de dichas zonas, la importancia que tiene el no discriminar y eliminar de raíz las diferentes fobias que se pueden presentar. Con ‘Zona Desbloqueada’ han llegado a: Los Olivos, Claret, Tucunaré, San Luis, Antonia Santos, La Parada, Colombia uno, Motilones y demás.
Cada una de estas cosas hacen que este lugar sea seguro para los jóvenes, brindando una ayuda tanto social como psicológica en la que contribuyen con su crecimiento y desarrollo.
“El llegar a Casa Morada fue lo mejor que pude hacer en mi vida, el poder expresarme, vestirme y elegir lo que deseaba me ayudó a desenvolverme en la vida”.
Joven de Casa Morada
Redacción: Lili Erazo