La vida de Reinaldo es un testimonio de perseverancia, de alguien que ha luchado contra viento y marea sin importar los obstáculos que la vida le presentó. Un hombre que ha dedicado 45 años al trabajo como zapatero remendón.
Debido a que creció en circunstancias donde no tenía la oportunidad de estudiar más allá de la primaria, Reinaldo se adentró en el mundo del trabajo iniciando con oficios varios, desde ahí pudo encontrar el arte con el que viviría durante años.
Los conocimientos y habilidades que ha adquirido en su oficio se desarrollaron en un taller al que lo llevó un amigo. Allí, tuvo la oportunidad de aprender a hacer reparaciones, desde tacones y tapitas hasta remontes y costuras, especialmente en calzado con suelas de cuero, que era la norma en ese momento.
A pesar de las limitaciones que la vida le impuso desde temprana edad, Reinaldo encontró su camino en el mundo de la reparación de calzado, un oficio que le dio las herramientas para forjar su destino, convirtiéndolo en un verdadero artista.
Enfrentarse a los cambios de la industria ha sido drástico para Reinaldo. Los materiales y las técnicas de fabricación han evolucionado significativamente, lo que ha llevado a una mayor competencia en este sector; sin embargo, él ha podido adaptarse constantemente a las nuevas técnicas y ha mantenido su oficio como reparador de calzado.
“Gracias a este trabajo logré hacer muchas cosas, entre esas la más importante, darle estudio a mis hijos y poder ver que ahora sean unos profesionales”.
Cuando llegó la pandemia, Reinaldo quedó sin empleo, pero como es característico de él, buscar soluciones, aprovechó la oportunidad para crear un taller en su casa. A pesar de las dificultades, ha mantenido su profesionalismo y ha ganado la confianza de su clientela, la cual hace que siga ejerciendo este arte empírico con dedicación.
Aunque aún sigue trabajando en este oficio, él tiene una preocupación y es que la industria del calzado es un peligro para cada una de las personas que desempeñan este rol tradicional. Reinaldo menciona que ahora realizan zapatos que no duran con la misma calidad que en los tiempos anteriores.
“La industria ha acostumbrado a las personas a que cada tres meses sale un nuevo diseño, lo que lleva a que la gente se haya acostumbrado a la idea de desechar zapatos en poco tiempo, en lugar de repararlos”.
Aunque ve esos drásticos cambios, Reinaldo asegura que esta profesión que aprendió empíricamente no la dejará, pues es así como su historia refleja la lucha por mantener viva una artesanía en un mundo que tiende hacia la producción masiva y el consumo rápido.
Redacción: Lili Erazo