Empatía, bondad y solidaridad, son los valores que mejor definen a Patricia Salguero, quien desde hace más de 7 años dedica parte de su vida a ayudar a la población migrante, retornada y de acogida, que por distintas circunstancias han tenido que salir de Venezuela buscando un nuevo rumbo.
Vivió en carne propia necesidades, pues residió en Venezuela por 24 años, y tuvo que regresar a Colombia con su familia, las manos vacías y con incertidumbre del porvenir.
«La idea de crear la fundación nace en el 2014. Yo viví demasiados años en Venezuela con mi familia, y al llegar a Cúcuta, Colombia, me tocó enfrentar una realidad con muchas falencias, pues traía a mis nietos y un hijo venezolano, bregamos mucho para nacionalizarlos, y tener oportunidades».
Patricia Salguero, fundadora y directora de la Fundación Nueva Ilusión.
Su situación fue la base para empezar a construir un lugar que fuera de ayuda y apoyo para personas que como ella y su familia, tendrían que empezar de cero, fue así como nació la Fundación Nueva Ilusión.
Allí, en la fundación, más de mil personas son recibidas con amor, pero sobretodo, con mucha comida, pues la organización los fines de semana realiza jornadas para entregar comida de muy buena calidad, a los caminantes sobre la vía, a los niños, niñas, madres y padres que emprenden viaje.
«Me encontré con muchos retornados, y me dije, no puede seguir esto. Empecé a buscar ayuda de otras fundaciones, y logré caracterizar a varios migrantes que como yo, necesitaban de apoyo en un país donde también son remotas las oportunidades, llegando a casi 3.800 familias retornadas de Venezuela. Empezamos en una fabrica de muebles, en un pequeño espacio que me brindó mi hijo para crear la oficina, en el barrio San Luis».
Patricia Salguero, fundadora y directora de la Fundación Nueva Ilusión.
El corazón noble de una mujer que vio en sus problemas, una puerta para abrir camino no solo a su familia, sino a cientos de personas necesitadas, en tierras lejanas a su hogar.
Redacción: Alexandra Miustes Bejarano.
