Durante conflicto armado las mujeres fueron las principales víctimas

Según el Informe Final de la Comision de la Verdad.

En el volumen titulado ‘Mi cuerpo es la verdad, experiencias de mujeres y personas Lgbtiq+ en el conflicto armado’ de su Informe Final, la Comisión de la Verdad aborda en su primera sección lo sucedido a millones de mujeres durante el conflicto armado colombiano partiendo de una pregunta clave: ¿Por qué el hecho de ser mujeres fue un factor decisivo en las prácticas desplegadas contra ellas por parte de los actores armados?

El documento retrata los testimonios, experiencias y la escucha de millones de voces sobre cómo se agudizaron las violencias cotidianas y las situaciones de exclusión social, cómo esa violencia se agravó durante la guerra, arrasando sus territorios, sus rituales, y atacando sus cuerpos; al tiempo que analiza algunos factores de persistencia del conflicto, la permanencia de violencias ejercidas contra las mujeres y las niñas en los territorios, y cómo las afectaron los distintos actores armados.

Estos son algunos de los elementos más relevantes que presenta el Informe al respecto:   

-De más de ocho (8) millones de víctimas de desplazamiento forzado registradas, 4.025.910 eran mujeres, es decir, el 50.1%, siendo el hecho que más reportaron las mujeres a la Comisión de la Verdad.

-De acuerdo con las cifras del Registro Único de Víctimas-RUV-, y el registro de testimonios de la Comisión de la Verdad, las amenazas representaron la segunda victimización más frecuente que vivieron las mujeres en el conflicto armado con el 44,19 %, siendo la violencia más asociada al desplazamiento forzado de las mujeres, especialmente contra las que buscaban a sus familiares desaparecidos o deseaban rescatar a sus hijos reclutados.

-La confrontación armada y el narcotráfico aumentaron el riesgo de violencia: dañar a las mujeres era, muchas veces, una estrategia contra el enemigo, pues debilitaba las relaciones comunitarias y ayudaba a disciplinar moralmente el territorio.

-Muchas mujeres fueron vistas como enemigas por su activismo político, su liderazgo social o el cuidado del medio  ambiente.

-Los actores armados comprendieron que controlar los territorios implicaba controlar a las mujeres, control que ejercieron de muchas formas, usando el cuerpo de las mujeres como lugar de conflicto, botín de guerra, fuente de placer, entretenimiento o compensación; como fuerza de trabajo, como espacio para dejar mensajes.

-La violencia sexual fue una forma de control, de castigo, de esclavitud, un incentivo y una recompensa para los hombres por haber arriesgado la vida en batalla.

-En los 10.864 testimonios de mujeres recibidos por la Comisión se hizo patente cómo el conflicto armado afectó de forma desproporcionada a las mujeres y causó en ellas un impacto diferenciado. Esto debido, entre otros factores, a la histórica discriminación estructural que afecta sobre todo a mujeres campesinas, negras, afrocolombianas, raizales, palenqueras e indígenas, y a los grupos más vulnerables, que incluyen a viudas o aquellas con ingresos más bajos.

-La discriminación y la subordinación de las mujeres y niñas se agudizaron con la economía de las drogas ilegales; se afianzó la cosificación de sus cuerpos y, en numerosos casos, fueron introducidas en el circuito de la prostitución.

-Aunque las mujeres encontraron un ingreso en las labores que trajo consigo la explotación de la coca, la desigualdad estructural se agudizó, en términos de oficios, pagos y riesgos, lo que reafirmó la subvaloración del trabajo femenino.

-Mediante la presión para entablar relaciones sexuales y sentimentales con integrantes de las FARC-Ep y las AUC, las mujeres se vieron forzadas a vincularse al narcotráfico como informantes o colaboradoras y así terminaron en un riesgo mayor.

-Las mujeres también sufrieron importantes afectaciones a la salud y el deterioro en sus condiciones de vida con intoxicaciones, problemas dermatológicos, abortos, cáncer, muertes tempranas y malformaciones congénitas, generadas algunas por las fumigaciones sobre comunidades, fuentes de agua y cultivos de pancoger, resultando mayormente afectadas las mujeres por sus tareas ligadas al agua, al cuidado, la alimentación, y su mayor permanencia en sus casas y cultivos.

-Para las mujeres negras, afrodescendientes, indígenas y campesinas el Estado colombiano ha potenciado las dinámicas asociadas al desplazamiento forzado y al despojo territorial, por un lado, con una acción deficiente para garantizar derechos de la población rural y las regiones alejadas del país, y por otro, con la promulgación de leyes que favorecen una perspectiva de desarrollo que va en detrimento del buen vivir de los pueblos y alimenta los intereses de los actores que se disputan su control político, económico, social y militar.

-El reclutamiento forzado también fue parte de la realidad de muchas mujeres y niñas que ingresaron a las filas de las guerrillas. La Comisión de la Verdad, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y Grupo de Análisis de Datos en Derechos Humanos (HRDAG) determinaron que, entre 1964 y 2019, 16.238 niños y niñas se han documentado como víctimas de reclutamiento forzado, de los cuales 12.038 fueron reclutados por las FARC-EP hasta 2019. Del total de reclutamientos documentados, el 15,9 % eran niñas menores de 15 años y el 30,3 % eran mujeres adolescentes menores de 18 años.

-Para las campesinas, el conflicto armado ha conllevado desplazamiento, despojo y abandono de sus lugares de origen, destrucción de opciones de futuro; lo que ha afectado la productividad del campo colombiano, la identidad, la cultura y la territorialidad del campesinado, lo que condujo a que en algunos territorios se reemplazaran sus formas de producción por economías extractivas o por megaproyectos, por ejemplo, la agroindustria de la palma y el banano, en las cuales el paramilitarismo ha tenido un rol activo.

-La Comisión mostró que las violencias sexuales fueron una práctica de todos los actores armados, extendida e invisibilizada durante el conflicto, un delito que también funcionó para castigar y amedrentar a lideresas o a mujeres que formaba parte de organizaciones sociales y comunitarias, o a políticas defensoras de los derechos humanos.

-La Comisión de la Verdad corroboró que el Estado ha sido responsable de agresiones a mujeres en el contexto de la guerra, tanto por las acciones de algunos de sus agentes en zonas de conflicto, como al permitir la desprotección que puso a las mujeres en esta situación de vulnerabilidad.

-De acuerdo con el Informe, las modalidades más frecuentes de desprotección por parte del Estado han sido las dificultades en el acceso a la justicia para mujeres víctimas del conflicto, las demoras y falta de asistencia humanitaria de emergencia, así como la excesiva centralización de la presencia de entidades públicas encargadas de atenderlas.

Redacción: Radio Nacional de Colombia

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