El amor de Yefrey hacia el arte y la música comienza aproximadamente a sus ocho años en el colegio artístico Rafael Contreras Navarro en Ocaña, Norte de Santander, ya que el pilar de este colegio era formar a sus estudiantes no solo académica sino artísticamente.
Allí inició sus clases de violín ya que este instrumento lo llevaba en la sangre por parte de su abuelo, quien también era violinista y además fue un gran guía para él en ese camino musical.
Y así creció, en medio de las notas musicales que entonaba con su violín, aprendiendo cada día más.
Al pasar del tiempo conformo diferentes grupos musicales donde tocaban distintos géneros como rancheras, pop, rock, música religiosa y muchos géneros mas, pero con el tiempo evolucionó a nivel personal y musical ya que se dio cuenta que el violín era un instrumento un poco olvidado y quiso darle vida y protagonismo.
Se entregó totalmente a este nuevo proyecto como solista en el que fusionaba el violín y pistas de diferentes canciones, creando música instrumental, ahondado por todos los géneros musicales, sin excepción alguna.
Yefrey además de ser violinista es diseñador gráfico y desempeña sus dos profesiones al tiempo sin problema alguno, pero su pasión indudablemente es la música, ya que esta lo ha llevado a vivir muchas experiencias que atesora para toda la vida, ha logrado conocer gente maravillosa, ha podido viajar a diferentes partes de Colombia a deleitar el odio de sus espectadores con sus melodiosas notas musicales, ha logrado tener un reconocimiento por parte de gente la provincia que lo vio nacer y ha logrado llevar el legado de su abuelo.
Este ocañero de 38 años, se considera un hombre soñador, creativo y dinámico, aspira seguir escalando en el mundo musical, dándose a conocer a nivel internacional, haciendo lo que tanto le apasiona y lleva perfeccionando casi toda su vida: el arte de tocar el violín.
Redacción: Mariana Unibio