Al ritmo de Heyleen Reyes

La fascinante, alegre y talentosa Heyleen hace ver de la caja vallenata, un instrumento fácil de tocar.

Arley Reyes y Ana Delia Pabón esperaban a su primer bebé, y justo el 5 de febrero del 2001 la cigüeña los premió con un gran tesoro, su hija Heyleen Reyes. Aunque al nacer tenía poco movimiento, en las ecografías siempre demostró ser inquieta, pues en la gestación no paraba de moverse.

Cuando la pareja recibió a su bebé en brazos, descubrieron algo que no esperaban, pues Heyleen venía con Síndrome de Down. «La sorpresa fue cuando nació y nos la entregaron», así lo recuerdan sus padres, pues en los controles nunca diagnosticaron la condición de la niña.

Para la pareja fue todo un reto, pues era su primera hija y no sabían como reaccionar ante la situación, así que tomaron la noticia como un golpe muy difícil de afrontar. Al pasar los días iban descubriendo en la pequeña una magia que los alegraba, poco a poco toda la familia se dejó contagiar de la alegría que transmitía la bebé.

«Hubo cosas que fueron complicadas porque ella era nuestra primera hija y debíamos aprender a ser papás, y no papás de un niño en sus condiciones normales, sino con una condición especial, entonces eso lo hacía complejo porque estábamos aprendiendo y ella nos estaba enseñando».

Arley Reyes, papá de la joven.

Anécdotas

Cuenta su papá, que cuando Heyleen nació, era tan gordita que no encontraban su cuello y llegó a pensar que no tenía, así que Don Arley mientras lo buscaba decía: “imposible, tiene que tener cuello”, lo recuerda como un momento cómico.

Hace pocos días cumplió 20 años de edad.

La pequeña siempre demostró ser juguetona, incluso cuando aun no caminaba y tenia pocos movimientos, levantaba el puño de la mano izquierda desde su coche, cada vez que su papá gritaba gol al ver fútbol.

Los años pasaron y Heyleen se convirtió en la hermana mayor de una niña y un niño. Siempre dio el mejor ejemplo para ellos, pues hasta les enseñó a caminar.

En el proceso, ella gateaba junto a sus hermanos al ver que no se podían poner de pie. Hasta que un día entró por la puerta tomada de la mano de uno de ellos, acompañándole en sus primeros pasos.

«Ella se ha superado prácticamente en todo, es una niña realmente sorprendente, independiente, con unas capacidades para la música y para muchas cosas más», expresan sus parientes orgullosos del integrante más dulce de la familia.

Heyleen sufre de displasia en la cadera. Según los especialistas, para tratar esta enfermedad necesita férulas, tratamientos y terapias, que con disciplina, puede demorarse entre 10 o 12 años en evolucionar y empezar a caminar.

Aunque parezca sacado de un libro de milagros, esta joven no necesitó esos años de tratamiento, pues de forma sorprendente, puede girar las piernas perfectamente en un ángulo de 180  grados y volver al puesto inicial, y logró caminar a los dos años y medio de edad.

«Fue algo realmente impresionante, sin estar en ninguna terapia, sin ninguna férula y sin nada, solo con la ayuda del señor Jesús, nuestra pequeña puede caminar».

Cuenta su papá, Arley Reyes.
Sus 15 años fue su fiesta favorita.

La intrépida joven ha demostrado su gusto por la música, inició con instrumentos, en los que hace ver la interpretación de la caja vallenata, algo fácil de ejecutar, pues sus palmadas generan melodías alegres e impecables.

También toca la charrasca, el piano y canta, incluso su familia dice que vocaliza mejor cuando interpreta que cuando habla.

No es para nada tímida, pues su expresión es espontánea y su autoestima no tiene limites, cuenta con un gran sentido del humor, pues en cada reunión familiar, le saca carcajadas a los invitados con sus chistes y bromas.

«De las cosas más lindas y bellas es que es una niña muy entendida. A pesar de su condición es muy tierna, sabe ganarse el aprecio de quienes la rodean aún en las escuelas donde ha estado, encuentra personas que la valoran y la aman tal como es».

Expresan sus familiares.

Su fraternal personalidad la hace experimentar sentimientos que toma de sus más allegados, ejemplo de ello es cuando ve a un niño golpearse o caer, pues se enoja y le grita al suelo o al objeto que lastimó al pequeño, pero cuando una caída no parece ser peligrosa y el niño ríe, ella lo acompaña con más risas.

¡Soy una niña normal y alegre!

En una ocasión, escuchó a un adulto decir, que conocía a una niña ‘enferma’ igual que ella, Heyleen no se quedó callada y le respondió: «yo no estoy enferma, soy una niña feliz», situación que hizo reflexionar a los adultos en aquel entonces.

En otra oportunidad, otra niña la observaba demasiado, hasta que la curiosidad le ganó y le preguntó: ¿Usted por que es ´rara´?, a lo que ella le respondió: – Rara usted que me mira mucho.

«A pesar que los demás le pongan limitaciones, ella se siente igual que los demás y se siente feliz, y eso es lo que más nos gusta de ella».

Ana Delia Pabón, mamá de Heyleen.

Esta joven cucuteña ha demostrado que el Síndrome de Down no es una discapacidad, sino una situación que hace ver la vida de una manera especial, y que las capacidades no tienen nada que ver con ser ‘normales’, pues ella ha logrado experimentar talentos y hacer cosas inimaginables, además de no dejarse limitar por los comentarios de nadie.

Redacción: Carlos Escalante.

Publicidad